En una sala abarrotada de gente (santana 27) estos ingleses hicieron un concierto sobrio y de duración algo más larga de la esperada (hora y media), claro que el precio de la entrada también lo merecía (27 euros). Eso sí, uno se da cuenta que si lo que se va buscando es un concierto rockero de esos de no parar de moverse, quizás antes de la publicación de su último disco era posible, pero este último cd para mi gusto personal no llega por mucho a la altura del Silent Alarm.
Respecto a los componentes del grupo, era algo extraño, ya que mientras el cantante y el batería ponían todo su empeño en animar al público y a ellos mismos, el guitarra y el bajo no hacían el mínimo intento por integrarse en la comunión grupo-público. Pero bueno, también hay que reconocerles su buen hacer con sus respectivos instrumentos.
Sonido muy bueno y en general buen sabor de boca, acrecentado por una doble salida de los camerinos en forma de doble bis (no me esperaba una segunda salida del grupo a escena).
Eso sí, tener en cuenta el robo que es acudir a esta sala y pedir tus consumiciones, ya que los días de concierto, te suben un euro el precio de todas las bebidas, cosa que no me parece nada normal.
Por todo lo demás: sonido, luces, grupo, ..., mereció la pena el concierto de este cuarteto londinense.
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